Felisa García Sánchez
La meditación en la vida cotidiana
La Meditación Integral nos aporta herramientas para el desarrollo de capacidades y condiciones que facilitan la conexión con el guía interior. A continuación, compartimos algunas de las claves de esta práctica profundamente transformadora.
Razones para meditar
Cada meditador busca sus propios objetivos. Con una práctica constante y bien orientada, es perfectamente factible conseguir lo que nos proponemos. Además, conforme vayamos profundizando en la práctica, irán surgiendo nuevas motivaciones. Como todo camino de desarrollo personal, las posibilidades inagotables.
Pero ¿qué puede aportarnos la meditación? Destacamos tres aspectos:
-Contrarresta los efectos del habitual estado de dispersión mental en el que vivimos, provocado por la falta de atención. Promover un mayor nivel de atención nos permitirá conquistar la voluntad y ser capaces de proyectar nuestra fuerza interior.
-Nuestros pensamientos y sentimientos no son inevitables ni irrevocables. La meditación nos abre a la posibilidad de trascender la idea que tenemos de nosotros mismos. Esto nos permite dejar de sufrir o, al menos, limitar en gran medida el sufrimiento.
-La práctica meditativa activa los recursos que necesitamos para profundizar en nuestra vida interior. La concentración y la observación nos permiten conocer paulatinamente lo que somos en esencia. Esto nos irá llevando a realizar lo más elevado que llevamos dentro, transformando nuestras miserias humanas en expresiones del máximo potencial espiritual, mental, emocional y físico.
Los 3 niveles de la meditación
Dependiendo de las capacidades del meditador, de su momento vital y de sus objetivos, tenemos diferentes niveles de práctica.
-En líneas generales y en el nivel básico, empezaremos sentando las bases de un buen manejo con la atención. Aquí utilizaremos herramientas meditativas sencillas, como los anclajes en la respiración o en el cuarto chakra, que nos ayudarán a cultivar la concentración y la vuelta a un centro si nos distraemos.
-Cuando hemos alcanzado cierto manejo con estas habilidades, podemos avanzar hacia otras herramientas que nos permitan darnos cuenta de lo que pensamos y sentimos. Hablamos ya de un nivel medio, donde introduciremos la meditación observativa. Se trata de sostener la observación y poder apreciar con cierta claridad y sin interferir, los estímulos externos e internos que nos influyen.
-En el nivel avanzado, el cultivo exhaustivo la observación pasiva nos permitirá ampliar nuestra capacidad de interacción con las fuerzas internas y externas de la vida. Estaremos preparados/as para hacer buen uso de nuestra libertad.
Pautas para meditar bien
Una práctica meditativa que tenga como objetivo aportar herramientas para la mejora de la vida cotidiana, debe contemplar los siguientes aspectos:
-Preparar la meditación. Para una práctica eficiente se necesita un extra de energía. Manejar la atención, sostener la observación y vivir la paz son tareas que consumen cantidades ingentes de fuerza vital. Esto explica por qué con frecuencia, y a pesar de nuestras buenas intenciones, acabamos frustrándonos y abandonando. Una adecuada preparación mediante asana, pranayama y kriya puede ser determinante para tener éxito en la meditación.
-Manejarnos con la atención. Podemos entrenar la atención con objetos externos, con partes del cuerpo, centrándonos en la respiración… En la Meditación Integral recomendamos empezar por el centro del pecho, por ser el área que más rápidamente nos conecta con la paz.
-Colocarnos como observadores-testigo. Para ello tendremos que aprender a mirar lo que tenemos delante, tomando distancia de las percepciones, emociones y pensamientos.
-Cultivar la vida interior. Desde el Yoga Integral meditamos para activar la sabiduría y la intuición que hay en nosotros. De este modo, las decisiones que vamos tomando pueden ser orientadas desde esa parte luminosa de nuestro ser. Valores como la justicia, la valentía, el amor, la verdad y la bondad empiezan a ser parte de nuestro día a día.
Beneficios de la meditación en la vida cotidiana
Los recursos que nos aporta una buena práctica meditativa son aplicables a la vida cotidiana. Veamos algunos ejemplos prácticos:
-En la medida en que aprendemos a manejar nuestra atención, podemos disfrutar más de lo que hacemos y hacerlo mejor. También nos convertimos en personas más organizadas y ordenadas, porque empezamos a priorizar y a retirar la atención de los estados emocionales, pensamientos e ideas que nos provocaban sufrimiento
-.Al activar la capacidad de observación, tenemos recursos para darnos cuenta de lo que pensamos o de lo que sentimos, y tomamos distancia de ello con mayor facilidad. Además, podemos escoger con qué pensamientos o emociones queremos identificarnos, pero esta vez de manera consciente.
Una práctica que fomente estas capacidades y esté orientada a despertar nuestra parte luminosa, nos ayudará a caminar acompañados de un poder que disuelve la incertidumbre y la confusión. Porque cuando anhelamos y tenemos recursos para escuchar la voz de nuestro corazón, las cosas de la vida fluyen de forma natural.