Felisa García Sánchez
LA CONEXIÓN ENTRE LA MENTE Y EL SISTEMA INMUNE (O LA PSICOLOGÍA PROFUNDA DE LA ENFERMEDAD)
La antigua división entre el cuerpo y la mente que ha acompañado a la ciencia en sus fundamentos por tantos años no se sostiene: es prácticamente imposible que lo que experimentamos mentalmente (la imaginación, la fantasía, el pensamiento, la preocupación, la relajación, etc.) no se reproduzca también en nuestro cuerpo. Nuestra salud no sólo es el cúmulo de todas las cosas que hemos ingerido, el ejercicio que hemos hecho y nuestros genes, es también el agregado de todos nuestros pensamientos y emociones (nuestro cuerpo no puede dejar de registrar todos nuestros estados mentales y reprogramar su funcionamiento a partir de ellos).
Lo anterior nos obliga a tomar responsabilidad por lo que ocurre en nuestra mente en cada momento, sabiendo que, si bien un pensamiento aislado o una emoción fugaz seguramente no debilitarán significativamente nuestra inmunidad, la reiteración de nuestras formas de pensamiento y reacciones ante el mundo van apilándose y forman los hábitos y patrones que llegan a determinar nuestro estado de salud general. O, con mayor precisión: "La experiencia que tienes hoy afectará la composición de tu cuerpo por los siguientes 80 días, porque eso es el tiempo que tardan la mayoría de los procesos celulares", dice Cole. ¿A cuántos ciclos de estrés de 80 días hemos sometido a nuestras células?
"Una de las funciones principales de la mente es mantener a bajo nivel la presión o, mejor dicho, no permitir que la presión surja desde un inicio", dijo Manly P. Hall hablando sobre el "simbolismo psíquico" de algunas enfermedades. La mente, que es el regulador metabólico de todos los procesos orgánicos y que tiene la capacidad compensar desequilibrios con su acción intencional. Hay diferentes formas de ver esto, si tenemos una tendencia a estresarnos fácilmente puede generar el efecto contrario al deseado. Este pensamiento de preocupación o de frustración o de odio, puede ser la semilla de una enfermedad. Tal vez puedas percibirlo como una presión extra sobre tu facultad mental. Esto es una forma de verlo. Por otro lado también puede ser un respiro: tu actitud, la forma en la que empleas tu mente y la forma en la que te relacionas con el mundo puede sanarte, puede afectar directamente tus células y mantenerlas, como una brigada de soldados contentos y comprometidos con la estrategia nacional, atacando a tus enemigos verdaderos (y no volteándose en tu contra).
El sistema inmune tiene dos funciones principales: luchar contra agentes infecciosos y causar inflamación. La primera función es la que consideramos generalmente como señal de que nuestro sistema inmune funciona adecuadamente, en equilibrio, dirigiendo sus esfuerzos contra las verdaderas amenazas que enfrenta nuestro cuerpo. La segunda función, la inflamación, es en muchos casos el resultado de una sobreexcitación, ya sea porque introducimos agentes tóxicos a nuestro cuerpo (o que nuestro cuerpo percibe como tóxicos, como es el caso de algunas intolerancias a alimentos que la mayoría de las personas toleran perfectamente bien) o porque el estrés hace que nuestro sistema inmune esté combatiendo permanentemente enemigos invisibles --ya no virus o bacterias, sino quimeras. Además de causar dolor, la inflamación puede también dañar el tejido y con el tiempo producir una cuantiosa serie de enfermedades (la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas, por ejemplo, parecen estar ligadas a la inflamación).
La disciplina mental es capaz de afectar la expresión genética y regular la función de nuestro ADN.
PRÁCTICA PARA FORTALECER EL SISTEMA INMUNOLÓGICO.
Hay una meditación simple, pero efectiva.
Cuando usted no esté ocupado durante algunos minutos, cierre los ojos, acuéstese sobre la espalda e "inunde" su cuerpo con conciencia. Escoja diferentes partes del cuerpo para enfocar su atención: las manos, los pies, los brazos, las piernas, el abdomen, el pecho, etc. Sienta la energía vital en esas partes tan intensamente como pueda. Permanezca con cada parte quince segundos más o menos.
Después, deje que su atención corra por el cuerpo como una ola unas cuantas veces, desde los pies a la cabeza y en sentido contrario de nuevo. Esto no requiere más de un minuto.
Luego, sienta el cuerpo interior (la presencia) en su totalidad, como un único campo de energía. Mantenga esa sensación durante unos minutos. Esté intensamente presente durante ese tiempo, presente en cada célula de su cuerpo.
No se preocupe si la mente logra ocasionalmente arrastrar su atención fuera del cuerpo y usted se pierde en algún pensamiento. En cuanto note que ha ocurrido esto, simplemente vuelva su atención al cuerpo interior.
Fuente: www.pijamasurf.com; Alejandro Martinez Gallardo.
Fuente: Eckhart Tolle