Felisa García Sánchez
LA ALEGRÍA TE ENCONTRARÁ
Te encontrará cuando menos lo esperes. Te encontrará cuando hayas perdido la esperanza de que todavía existe. Te encontrará a pesar de cada sensación inquebrantable de que no te queda más bondad en esta vida. La alegría te llenará como agua de pozo, brotará como el brote de una flor cuya semilla no sabías que habías plantado. Tus lágrimas alimentaron tus sueños. Tus pérdidas desmalezaron tu jardín. Tus dudas alimentaron el nacimiento de tus convicciones. Todo lo que sentías como si fuera un peso pidiéndote que liberaras cada gramo de esperanza, en realidad sólo te estaba pidiendo que limpiaras tu conciencia. Te estaba pidiendo que liberaras cada parte del dolor que te había estado anclando a una vida fantasma, a un recuerdo, a una experiencia que se había ido hace mucho tiempo. No tenemos por qué buscar la alegría, ya que es una luz que siempre irradia desde lo más profundo. En cambio lo que debemos hacer es despejar la niebla, los escombros, las creencias que nos impiden llegar a nuestra plenitud y pureza. Nuestra alegría nunca se pierde. Simplemente descansa debajo de todo lo que todavía tenemos que trabajar para limpiar. Todas aquellas cosas que requieren nuestra atención con firmeza: nuestras niñas internas, nuestras propias heridas inconscientes, las formas en que nuestros cuerpos nos piden que los ayudemos a sentirse seguros nuevamente. Cuando cuidamos de nosotras mismas descubrimos que algo extraordinario comienza a ocurrir: cuando nos acercamos a la luz, la luz regresa. Nuestro trabajo nunca fue crear alegría dentro de nosotras mismas sino eliminar, en primer lugar, aquello que nos impedía sentirla. La alegría te encontrará incluso si no crees que lo hará. Todo lo que tienes que hacer es estar dispuesta a permanecer contigo misma durante todas y cada una de las horas de oscuridad y tranquilidad. Para sentir aquello que necesitas sentir, para aprender aquello que necesitas aprender, para buscar aquello que necesitas buscar. Por sobre todo, es tener la voluntad de permanecer en aquello que te llevará finalmente a donde debes estar. No es abandonarte a ti misma cuando más te necesitas. Es permitirte respirar incluso cuando se siente más insoportable, más imposible de continuar. Si mantienes este rumbo, te lo prometo, la alegría volverá algún día. Regresará porque ese es el flujo y reflujo natural de la existencia. Regresará porque ninguna tormenta puede durar para siempre, incluso si la tuya ha continuado durante años y años. La alegría te encontrará cuando menos te lo esperes, porque la alegría te encontrará cuando te encuentres a ti misma.
Brianna Wiest