Felisa García Sánchez
K A R M A
¿Qué es el karma?
¿Cuántas veces en estos últimos años habremos escuchado esta palabra? Puede que incluso la hayamos usado sin ni siquiera indagar el contenido de este concepto que va más allá de una simple cuestión de destino y de causa y efecto.
Si empezamos por el principio e intentando comprender su significado, Karma , कर्म, en sánscrito, proviene de la raíz “kṛ” (kri), literalmente una acción, un acto o un hecho, simplemente hacer. También es entendido como aquello que se ha llevado a cabo, el resultado o los frutos de la acción. Por otro lado, no solo hablamos de acciones físicas en el espacio y tiempo, hablamos de pensamientos y de nuestro diálogo interno, que son los motores de las acciones externas. Si lanzas una piedra al agua, las ondas que causes afectarán incluso al loto que esté lejos. Todos flotamos en la misma superficie.
El verdadero Karma
Las acciones de verdad son las que dejan huella en nuestro ser, las que imprimen una marca, las que de forma positiva o negativa cambian o proyectan algo. Aquellas acciones que te acercan o te alejan del Ser, te alejan o te acercan a lo que algunos llaman salvación, otros lo llaman liberación, iluminación, mokhsa, el fin de la rueda sufrimiento o realización. Sea cual sea la palabra que usemos, no se trata de magia, se trata de ir trazando un camino a base de estas acciones que son las que nos enriquecen o empobrecen (el alma), y que, queramos o no, involucran todo el cosmos. Ya sabemos que la energía se transforma y debe llegar a su destino. El gran malentendido, a grandes rasgos, es la individualización del karma. El pensar o creer que las cosas buenas o malas ocurren porque algo malo o bueno habrás hecho en el pasado. Y bueno, en realidad no es tan sencillo.
¿Cómo funciona?
La espiritualidad hindú, el sanātana dharma, habla de una rueda de nacimientos, de la reencarnación, y nosotros lo entendemos desde un ego imbatible. Creemos que tenemos un alma individual con nuestro carácter y nuestra “persona” que al dejar el cuerpo físico transmigra a otro cuerpo para volver a nacer. En realidad eso que cambia de cuerpo no es un yo, sino ese contenido kármico, esa bolsa de acciones acumuladas que darán su fruto tarde o temprano dónde sea y cuando tenga que ser. Así lo describe Patañjali en sus Yoga sutras cuando afirma que, mientras nuestro depósito kármico permanezca, eso determinará el nacimiento, la duración de la vida y el tipo de experiencias vividas de una persona. Yoga Sūtras 2.16 हेयं दुःखमनागतम्॥१६॥ heyaṁ duḥkham-anāgatam El sufrimiento que todavía no ha llegado, se debe evitar.
El karma no entiende de plazos, ni de tiempo. El karma no es cosa solo tuya. Es algo universal que generamos entre todos y aquí no vale jugar solo. Con eso quiero decir que el secreto de todo esto es: dar, ofrecer, cuidar. Porque en un lugar de ensueño donde todos los seres prefieran dar y o no siempre tomar, todos siempre tendrán. Dando todos ganamos, tomando todos perdemos. El resultado de esto, el fruto de este sacrificio personal desinteresado es aligerar el karma.
Y asumo la responsabilidad
Queda claro entonces que todos llevamos cargas kármicas, algunas claramente generadas por nuestras propias acciones y otras que, bueno, no recordamos haberlas generado. Ahora bien, cada acción conlleva una reacción. Cada acción que realices tendrá un impacto y es tu responsabilidad que sea por un buen propósito. En el Bhagavad Gita Krisna deja muy claro que la carga del karma determina nuestra existencia pero, nunca es definitivo, sí se puede suavizar, aligerar y disminuir. Porque el karma no es estático, es siempre cambiante.
Por lo tanto nuestras vidas son el resultado de nuestras acciones en relación a los demás, y al dharma. Si nos movemos de acuerdo a la racionalidad, que por eso tenemos el don de discernir, no debería irnos tan mal. Lo que somos y experimentamos es el resultado de la energía que hemos generado. Somos responsables de nosotros y del resto del mundo. Ya no podemos culpar a Dios, ni a la suerte, ni a los demás de nuestras propias acciones e impresiones.
El karma colectivo
Todos, por separado o de forma conjunta, hemos estado viviendo en desarmonía con el planeta (es una no muy ruda manera de decirlo), y eso nos lleva a tener que lidiar ahora (y más adelante) con las consecuencias de no actuar con respeto ni hacia la vida, ni hacia la Tierra, ni hacia el ser humano como comunidad. Nos ha dado un poco igual, lo que no ocurre inmediatamente o no nos ocurre cerca, no va con nosotros. Pero esto no es nuevo, los Vedas y textos antiguos ya hablaron de aquello que llamaron Kali-Yuga y a muchos astrólogos védicos no les ha pillado por sorpresa lo bien que está yendo 2020. De hecho, y si a alguien le interesa el tema, nos quedan unos añitos de ir reconociendo estas cargas kármicas nada “agradables”.
No creo que esto haya bastado para explicar todo lo que implica una palabra tan potente, que ni siquiera se puede traducir, pero, al menos ya sabemos que la calidad de nuestras acciones determina la calidad de nuestro ser, y tarde o temprano, como dijo un gran maestro, las ondas que se producen en el agua, siempre vuelven al origen. Lo mejor de todo esto es que en cada segundo puedes elegir y en cada decisión tienes una nueva oportunidad de cambiar algo. Trata tu existencia como si fuera sagrada, venera todo el universo, y pon amor en todo lo que haces. Somos parte del mismo Todo y tenemos esa responsabilidad.
Fuente: http://yogakailash.es/